sábado, 14 de mayo de 2011

Reflexiones acerca mi práctica docente en la asignatura de historia

Hoy y siempre resulta de gran importancia aprender Historia, no sólo para entender, hasta donde sea posible, la situación que vivimos en la actualidad sino también para mejorar nuestra actuación personal y comunitaria, evitando los errores cometidos por nuestros antepasados e imitando las acciones y actitudes que han generado efectos positivos en la sociedad. Además, en la medida que reflexionamos sobre nuestros actos (nuestros en cuanto que son acontecimientos sucedidos en el tiempo y el espacio, protagonizados por seres humanos de carne y hueso como cada uno de nosotros) aprendemos más y mejor acerca de la naturaleza humana, sus fortalezas y debilidades, sus limitaciones y potencialidades, con lo que obtenemos herramientas para descubrir nuestro interior, nuestra personal y única naturaleza humana.
            Como docente he emprendido, a lo largo de los años de servicio, diferentes estrategias para enseñar historia a mis alumnos. Generalmente me he basado en el libro de texto como punto de partida del aprendizaje. He intentado de diversas maneras involucrar a los alumnos en las distintas épocas a estudiar, principalmente a través de imágenes, ya que entiendo que es inadecuado pretender que comprendan los hechos pasados con base en concepciones propias del hoy y aquí. Por ejemplo, cuando se evoca una etapa antigua es necesario ubicarse en la situación histórica en referencia a aspectos prácticos como los medios de transporte propios de la época, la manera de vestir, la vida urbana o campesina, la influencia de la religión, la política, las actividades de entretenimiento, etc. Por esta razón procuro que los alumnos elaboren textos o resúmenes y los ilustren con imágenes (dibujos o fotos elaboradas por casas editoriales o de otras fuentes) que les ayuden a ubicarse en el tiempo y espacio correspondientes.
            Asimismo, acostumbro iniciar cada clase recordando conceptos vistos en las sesiones anteriores, desde el inicio del bimestre, haciendo preguntas a los alumnos o pidiéndoles que ubiquen puntos importantes en un mapa, con el objetivo de recuperar cada vez lo aprendido y entender mejor los nuevos aprendizajes.
            Estas estrategias generales han dado buen resultado parcialmente, en cuanto que me han permitido mejorar los resultados en la asignatura, aunque persiste el desinterés natural por la misma en un 30% de mis alumnos. Pienso que aquellos que de alguna manera despertaron su curiosidad por la historia con alguna de las actividades realizadas desarrollan el interés por conocer los datos que alimenten precisamente ese interés por entender los acontecimientos históricos. En cambio, quienes no han despertado tal curiosidad, simplemente no tienen la necesidad de alimentarla con el estudio de la historia y, en consecuencia, no conectan con la asignatura. Por el contrario, cada vez más ésta se convierte en una tediosa sesión de repetición de datos memorísticos vacíos de significado.
            Las escuelas donde laboro cuentan con un recurso tecnológico de gran importancia para el estudio de la historia que es el equipo de Enciclomedia. Aún con sus limitaciones, principalmente de carácter técnico (fallas frecuentes, mala calidad en la proyección y la falta de conexión a Internet) este recurso representa un gran potencial didáctico. De hecho, considero que no he sabido explotarlo adecuadamente, sobre todo por la posibilidad que ofrece de presentar, más allá del texto base (o la versión oficial de la historia) fotografías de lugares, objetos, personajes, retratos, visitas virtuales, sonidos, etc., archivados en el software así como la posibilidad complementaria de presentar a los alumnos más imágenes obtenidas de otras fuentes. Lo mismo aplica para la posibilidad de compartir con los alumnos textos y obras de museo que, de otra manera, sería prácticamente imposible poner a su alcance.
            Para mejorar mi práctica docente en la asignatura de historia, considero que necesito cambiar la metodología a fin de que mis alumnos participen activa y productivamente en la construcción de conceptos y la elaboración de textos acerca de los contenidos programáticos, a partir del acceso a diversas fuentes de información y la participación en actividades de análisis y crítica sobre lo investigado. Esta innovación podría lograr en los pequeños un aprendizaje efectivo y ameno de la historia. Espero lograrlo cuanto antes.

Cipriano López Islas

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